Me dejé llevar
por las palabras, pensando que guiarían mi camino. Camino a ciegas, dejando
todo, perdiendo la razón, dando espacio al sentir. Caminé sin medir, sin
premeditar, confiando ciegamente en esas palabras, en esas historias. Cansada,
agotada, anonadada pisé aquel pasto amarillo, estridente y solitario. Sola, allí
estaba, perdida en el silencio más aterrador de todos, sola entre ese amarillo
que lastimaba mi vista y me hacía temer, caminé y seguí el paso hasta ese
horizonte vacío, negro, contrastando con el amarillo. Pensé en los cuervos de
antaño, temí por mí, temí por ellos, temblé pensando en sus graznidos. Pero no
estaban allí, esta vez, no cantaron para mí. Solo el silencio que lastimaba mis
oídos, agujereaba mi pecho, hacia doler mi cabeza. Caminé hasta alcanzar el
acantilado, mi horizonte negro, donde el petrel gritaba, por primera vez, su
tormentoso anuncio, el anuncio de mi fin.
jueves, 19 de febrero de 2015
martes, 10 de febrero de 2015
La lapicera calla II
eso es lo que quiere el Terror - Lyotard
La lapicera
calla, su azul se va desdibujando de la hoja, se va perdiendo, pareciera que se
estuviera lavando, tanto, que llega a ser transparente. Las cartas quedan en
blanco sobre la mesa, en blanco aquellas hojas que antes se llenaban de azul,
de trazos danzantes por toda la hoja, pero hoy calla, calla lastimada y
olvidada sobre el lapicero. No hay trabajo para ella, no, quizás no sea más el
momento, o quizás se haya decido callar para siempre esas palabras que no se
podían ubicar en ningún lado. Callar es perder la libertad, no decir, es
esclavizarse a los sentimientos que uno intenta
expresar. Callar es mentirse a sí mismo, es ser menos libre, ser menos
uno. Negarse y no decirlo, acallarlo, pero ahora es diferente, la lapicera ya
no tiene que decir, se han acabado esas palabras para lo que fue, se ha
terminado ese diálogo que existía con un cuerpo que no está presente. Se han
dejado las palabras atrás de una historia que no continúa, por lo tanto ya no
hay palabras para dibujar ese inexistente. No hay diálogo, no hay espacios de
redacción porque no hay historias que describir ni sueños por vivir, porque ya
no hay nada, solo un pasado comprendido y acabado que no ha dejado nada para
describir. Se han acallado los sentimientos porque ya no sienten, se han secado
las lágrimas, porque ya no sirven, se han agolpado todos los sentimientos en el
espacio del olvido, de la dejadés del espacio sin sentido, de la nada, del
pasado acabado, terminado y absorto. Sin dolor, sin esperanzas, se han vuelto
en blanco y negro, se han petrificado, se han endurecido.
viernes, 6 de febrero de 2015
Unfixable
Te cité en un café del centro, de esos que te gustan a vos, con ese
aire tanguero. Aceptaste y todavía me pregunto por qué. Llegaste con tu paso
ligero, con tu pelo castaño suelto y revoltoso. Nos sentamos cerca de la
ventana porque sé que te gusta mirar hacia fuera cuando tomás tu café y más
cuando los días son grises y fríos, como ese. Me mirabas con esos ojos tan
negros, tan tuyos; me mirabas interrogándome. No fue fácil hablar, nunca me fue
fácil hablarte, porque tampoco te entendía.
Pedimos café
con leche, pero esa vez nada para comer. Creo que vos estabas apurada y yo
tenía un nudo en el estómago. Cómo explicarte, cómo decirte que todo lo que
hice era un desencuentro conmigo mismo; cómo hacerte entender que las palabras
que no dije, eran todas las que debía haber dicho hace tiempo ya.
Empecé a
hablar, quizás un poco torpe, enredado, sin sentido, pero pareciste entender.
Me respondiste sobre la felicidad, las ganas de querer y de abrazar, pero todo
era una suposición y yo comprendí que estaba todo perdido. Me hablaste de la
felicidad, de las personas, de los proyectos y sobre tus decisiones en la vida.
Tus palabras sonaban tranquilas; las mías, nerviosas y rayadas. Me agarraste de
la mano, te sonreíste. Me deseaste felicidad, me deseaste un buen camino.
Dejaste el dinero de tu café en la mesa, te acercaste y me besaste. Me
saludaste con ese "adiós" que a veces sonaba tan frío en tu labios,
en tus ojos negros cada vez más profundos y más misteriosos. Saliste por la
puerta, te fuiste con todos mis sueños entre tus manos.
Todavía siento
tu beso cargado de cosas que no sé entender.
jueves, 5 de febrero de 2015
22-12-2014
Ya no entiendo
razones, y el piso se mueve como el mar en un día de tormenta, y yo espero,
espero y espero. Espero a enterarme de lo mismo, a vivir lo mismo, a ahogarme
en lo mismo, porque al fin y al cabo es lo que resta esperar. Mirarte, mirarte
a los ojos y ver que la mentira se pasa impunemente por tu cara, me mentís y lo
sé, me mentís sabiendo que este espíritu hambriento de cariño se aguanta todo,
para un abrazo, para un caricia, para un momento de compañía. Me mentís y la
mentira se me clava como un puñal tan en el fondo que duele terriblemente,
duele horrorosamente. Me mentís mientras absorbés lo mejor de mí, te lo llevás
lejos y me dejás la peor parte de mí, la parte más oscura y triste de mi
persona. Y yo espero, espero como una estúpida que me dejés de mentir, que en
algún momento de tu vida, te apiades y me digas la verdad, me mentís viéndome
sangrar delante de vos, me mirás y poco te importa cómo me siento y qué me pasa
cada vez que la mentira resuena en tu boca. Mentís y creas un mundo que no
existe, me tenés engañada, me llevás ciega en un ilusión que no es cierta. No
me mientas, tomá de mi lo que quieras, pero no me mientas, porque el corazón ya
no lo resiste, mi vida no resiste la mentira, el engaño, el miedo a quererte, a
necesitarte, a desearte hasta que me mates sin piedad con tus mentiras, con tus
palabras de ilusión, de destrucción.
miércoles, 4 de febrero de 2015
martes, 3 de febrero de 2015
Piedra fundamental - Alejandra Pizarnik
Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme, fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la música para tener una patria. Pero la música se movía, se apresuraba.
domingo, 1 de febrero de 2015
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