¿De qué sirven tantos sacrificios,
cuando no tenés con quién compartir tu triunfo?
¿De qué sirven tantos caminos, si
siempre que duermes estás solo?
¿De qué sirven tantas lágrimas, si no
hay abrazo que te acompañe?
¿De qué sirve tanto cariño, si no hay
nadie a quien querer?
¿De qué sirve mi boca, si no hay nadie
para esbozar la sonrisa?
¿De qué sirven mis manos, si se
empecinaron a estar solas y sueltas?
¿De qué sirve mis ojos, si no hay un reflejo en la mirada?
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