martes, 23 de junio de 2015



A veces esa sensación se vuelve un continuo, un recurrente entre dos. Ya no espero nada, no espero que cambie esa sensación que ahoga los momentos que se van hilando uno a otro, que van continuando estos días, que, en inercia innecesaria, se caminan sin haber entendido todavía el por qué de los sucesos y el por qué de los olvidos; o quizás, no haya un olvido, sino una negación a toda forma de pasado, a toda forma que se dibuja en el presente, sin notar las repeticiones, las reiteraciones, la reincidencia a lo muerto, a lo perdido, a lo poco valorado, a la destrucción, al olvido por conveniencia, a la ceguera momentánea del desprecio, de la mentira, de las trampas, de la fábula en que se ha convertido tu vida.

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