Burning desire, Lana del Rey
Te conocí un
sábado frío de Recoleta. No esperaba que me sucediera nada, no tenía nada
premeditado. Te conocí, hablamos, me gustabas. No esperaba
poder llevarte en mi auto ese mismo día, tenerte al lado mío, sentirte como lo
hacía, porque a pesar de que no teníamos contacto, me gustabas, te sentía, me
atraías. No esperaba que me escribieras, no esperaba ese día de sol, tus manos
rosando mi pelo, mi piel, sentirte, saborearte. No esperaba que todo sucediera
tan rápido, tan mal, o tan bien, porque ya no sé que estaba mal o que estaba
bien, porque todavía no puedo entender todo lo que pasó en menos de un año. La
euforia con que me escapaba de noche para verte. No dormir, no descansar de
vos. Siempre escapando de los otros, de tu otra vida, de esa vida que debías
ocultar. Saboreé lo prohibido de las noches frías, ilegales. Siempre supe de tu
distancia y supe aceptarlo. Me golpearon tus palabras cuando pediste más, temí,
pero me arrojé. Cuando empecé a sentirme cerca, tranquila, todo pareció
estallar. Desapareciste, te incineraste y la vida me golpeó fuerte. Me golpeó
tan fuerte como ese sábado 31 de mayo en que me dijiste hola, soy Jonathan.