sábado, 30 de agosto de 2014

Té para tres



Las tazas sobre el mantel
la lluvia derramada
Té para tres, Soda Estéreo

                Todavía llovía y decidimos entrar a Starbucks para escaparnos del frío. No miento, todavía estaba contenta, pero sabía que no iba para mucho más, sabía que tenía que decir todas las verdades que ya no podía callar. Esperé a sentarnos, no tenía ganas de comenzar algo sin sentirme cómoda, total para hablar vanidades siempre tuvimos tiempo y vos, ganas.
                Era increíble ver la transformación de la imagen. La imagen se destruye tan fácil como un papel, tu imagen se deshacía frente a mí como si fuese humo. Mis convicciones no me dejaban ver más allá de eso y había transformado todo el concepto de lo que eras. Ahora eras otro, un pretérito perfecto y prefería dejarlo allí, en un pretérito perfecto.
                Hacía rato que ya no respondía a la realidad, estaba cada vez más distante, más separada, quizás el abrazo era automático, pero frío, corpóreo, pero débil. Sensaciones? Sentimientos? Huecos. Por qué? Porque no había hilos, no había más que el solo hecho de abrirse al deseo. Pero el deseo es frágil y la desilusión lo consume, lo mata.
                Entonces, qué quedaba? Ya no había sueños, solo pesadillas. Cuando todos los sueños se convierten en pesadilla, qué queda? Ya ni dormir es un descanso, es la lucha del inconsciente pidiendo desistir.
                Y allí estábamos, con las tazas calientes, el olor a café que nos invadía, las gotas de lluvia pegadas en la ventana y la charla que no quería pronunciar, pero que ya no podía esperar. "Sean felices, no pido más"

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