Susana
esperaba con ansias volver a ver a Guillermo regresar de esa tierra,
esa tierra austral y perdida que lo había llamado entregar sus fuerzas.
Guillermo tuvo que viajar por tierra, aire y mar para luchar por la
Patria que lo demandaba.
Susana esperaba en aquel pueblo perdido en
el gran Buenos Aires, entre sus hermanos, su trabajo y tejiendo,
tejiendo para que el tiempo pasara más rápido, para
que la ausencia de su novio no se sintiera tan fuerte como ella
pensaba. Guillermo luchaba, armaba terrenos minados y escribía su diario
en las noches de lluvia dentro de su trinchera.
Pasaron los días;
pasó el cumpleaños de Guillermo en la trinchera, soñando con estar en su
casa, festejando otro año más. Pasaron las semanas y el tejido de
Susana seguía creciendo y creciendo. Pasaron dos meses, Guillermo
regresó a Susana; el tejido quedó perdido para siempre, ya nadie se
acordaba.
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