A veces el
tiempo se mete tan adentro nuestro que duele. Hoy sos todas las notas del
tiempo que acumulé durante los días en que me disputaba volver a creer en el
apego. Aposté a la perdida, sintiendo la inminente ruptura. Las notas eran sobre
un pasado que volvía como un fantasma, eran la negación a la apertura, eran las
partes de mi armadura. Los días de frío llenaron el espacio y la humedad, que
se entrometía por las rendijas de la lata, me recordaba aquellos días en que la
vida me daba cariño, anhelando nuevamente volver a sentir. Sabiendo los riesgos
aquí estoy, perdiendo, muriendo. Tengo esta angustia todavía que me persigue,
esa angustia de saber que estaba haciendo todo mal, de no saber si avanzar,
quedarme, huir, quererte, alejarte, remarla o desilusionarme. Debería haber
huido, la soledad se ha convertido en un cuchillo empecinado en lacerar mi
pecho otra vez, derramando su blanca sustancia en mi mirada, en mis días. Y
solo me quedan ustedes, las letras, las eternas compañeras de mi soledad
No hay comentarios:
Publicar un comentario