lunes, 14 de octubre de 2013

Tangos de Palermo



Busqué el consuelo en besos vacíos y en un vaso de cerveza, mientras me metía en la maravilla de Buenos Aires, ya no con sus tangos de amores perdidos, de frac y sombrero, sino en la ilusión reconvertida en decoración, de aquellos años de gloria de una ciudad en nacimiento. Las plazas llenas de cerveza volcada y personas mostrando la categoría de su bolsillo. La caminata por calles silenciosas entre el estruendo de las avenidas, con sus luces y bares, me llenaba de nostalgias de brazos cruzados y compinches de una caminata de amor.
Terminamos en uno de esos recovecos de luces bajas y de objetos añejos restaurados con valor decorativo, una cerveza fría que buscaba hacer olvidar las penas de la vida y la música atronadora, que contraproducentemente, no se dejaba escuchar. Un beso y una caricia vacía buscaba despertar el fuego dormido de un ser que no busca consuelo barato y letargo nocturno. Un cuerpo que no busca las caricias de un día, sino la de unos meses, aunque sea una mentira dibujada de película, un consuelo de ilusión de posibilidades, del mero hecho de posibilidad, de autoengaño de amor y corazones rotos.

No hay comentarios: