Vivimos una
continua batalla. Cometimos errores muy grandes y cada día me siento más lejos.
Es una batalla fruto de no entendernos y no perdonarnos. Fue mi error
perdonarte el pasado, fue un error creer poder controlarlo. Ahora nos
sumergimos en un lodo que nos ahoga, que nos pisa y nos destruye. Porque mi
confianza se rompió hace rato y por más que intenté no pude repararlo.
Me acusás de
ser una desconfiada, lo entiendo, pero yo también puedo acusarte, aunque ahora
no tengo ganas. Y estamos cerca, sufriendo una lejanía mortal, porque ya no
puedo entenderte, ni vos me podés entender a mí. Y sólo me queda una lista de
porqués sin resolver, mientras se desata otra batalla, pero esta vez interna.
Solo me queda un sentimiento destrozado, un mirar hacia atrás y no entender qué
hago caminando en estos pasos. No entiendo tu orgullo, como vos no entedés el
mío.
Una batalla
sin sentido, que se libra cuando creemos ganar la libertad y la paz, porque
queda residuos que nunca se dejaron aclarar y porque quedan actitudes que nunca
se podrán aceptar.
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