domingo, 26 de febrero de 2012

Sapo de otro pozo


Los problemas de la semana: el dinero que no alcanza, el estrés del trabajo mal remunerado, un jefe que tiene la manía de creer que es generoso por la cantidad de dinero que paga por hora (manda, persigue, molesta), la desilusión de una vida mejor, los sueños rotos y el corazón sin consuelo.
Todos y cada uno de estos problemas son de ella. No importa, sabe que en algún momento de esa noche olvidará todo encerrada entre cuatro oscuras paredes con luces alucinógenas, el sonido ensordecedor que lleva a mover el cuerpo al ritmo sin parar. No es la única, son todos y cada uno de aquellas almas aferradas a un trago de alcohol que desate las pocas trabas que quedan en la sociedad en cuanto a la dignidad. Un poco de alcohol y es más fácil soportar la liquidez moral y ética.
Todos y cada uno de ellos bailan al unísono respondiendo con vítores y manos alzadas a un personaje que los hace gritar a todos sus secretos más profundos, sus deseos más íntimos. Todos iguales, más enajenados que nunca, sin pensar. Vuelta a lo más primitivo y por un momento, solo por un momento, dejar de sentir la soledad.

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