jueves, 1 de diciembre de 2011

Ela


La muñequita de cristal cayó del armario…
Hacía mucho tiempo la había adquirido, era preciosa, delicada, completamente transparente… casi perfecta.
Le parecía un perfecto lugar para exponerla en su casa, allí la vería todo el mundo, lo hermosa que era, lo fantástica que le parecía aquella muñequita frágil pero encantadora. De sus objetos personales se convirtió en el más preciado, en el más querido.
Todas las mañanas se levantaba y la observaba, aquella muñequita era su adoración. Sí, se había llegado hasta obsesionar un poco con ella. La miraba y no podía creer que fuera suya. Fue una casualidad haberla encontrado en ese mercado, parecía un regalo, era un regalo, una coincidencia que la muñequita estuviera justamente en ese estante cuando él pasaba por allí. Sabía que era para él.
Ese estante era perfecto para ella. Le encantaba sentarse a obsérvala por horas, pasar el tiempo solamente contemplándola. Mirarla lo llenaba. Solo mirarla.

Fue un día bastante atípico en su vida. Había conseguido ese trabajo que tanto quería y que tanto le costó conseguir, lo tenía allí, parecía que las cosas iban a mejorar en su vida. A pesar de su alegría por el triunfo conseguido en el trabajo el día no acompañaba, una tormenta había estado acechando todo el día. Cuando llegó a su casa la tormenta comenzó a desatarse, un viento fugaz entró por la ventana y se arremolinó en el estante en que se posaba la muñequita, la hizo temblar y por más que corrió hacia ella fue demasiado tarde…
La muñequita de cristal cayó del armario…

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