A la pregunta de qué es el lenguaje, muchos saldríamos a decir: es lo que nos permite comunicarnos, una herramienta, un instrumento.
Mirar y comprender desde esta perspectiva al lenguaje es fragmentarlo y, por sobre todo, fragmentar al ser humano ¿Qué sería del humano si no pudiera manejar la lengua, que sería de las civilizaciones, la historia, la cultura, los reinos, los gobiernos y los grandes pensadores de la humanidad? Nada.
La lengua es algo más que una herramienta. La lengua es parte integrante de lo que podemos definir como ser humano, manejarla nos permite aprovechar en gran parte el potencial humano: el conocimiento. Sin lenguaje no hay pensamiento.
Basta pensar en el caso de Stephen Hawkins que impedido físicamente su potencial puede ser explotado por su continuo domino del lenguaje y como el francés Jean Dominique Bauby, que postrado y en estado vegetativo, pudo comunicar sus ideas a través del lenguaje y escribir un libro.
No podemos concebir una idea sin que esta pueda ser transmitida. Sin la idea no podemos crear. El lenguaje es pensamiento y el pensamiento es posibilidad. Por eso, el hombre, desde que se piensa a sí mismo como tal, ha usado el lenguaje.
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