jueves, 20 de mayo de 2010


Y su cuerpo se estremeció al sentir el aire de mar, el viento golpeando contra su cara y el lejano ruido del agua danzando. Sus pies se adentraron a la playa, sus pies hundiéndose en la arena buscaban calor, y ese contraste de arena caliente y aire frío le hizo recordar tantas horas maravillosas. El sol alumbraba el lugar y molestaba sus ojos. El vasto mar… la inmensidad y el recuerdo de aquello que no volverá… jamás.
El agua fría, casi helada, tratando de trepar por la orilla como si quisiera alcanzarla y ella acercándose, lentamente, dilatando el momento. Sumergió sus manos, y dolían, las sacó dejándolas secar al viento prologando el dolor. Ese mar, su mar, el mar de ellos, ese mar que ya no sería el de ellos, esa playa y su extensión tan bien conocida. Parecía lavado, borrado, como aquella frase escrita en la arena. Nunca volvería, ¿verdad?



Con ganas de volver al mar...

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