Porque desde el
comienzo fueron dulces y agrios los encuentros, porque era un verte y saberte
en otro mundo, porque era escucharte y saberte en otras historias.
Aceptamos los
desapegos tempranos y sufrimos las consecuencias futuras: las mentiras, las
dobles vidas. Acepté caminar hacia la nada y encontrarme con mis propias miedos
y mis propias paredes, pero seguí caminando, golpeada y desgastada y quizás
estos sean los gritos de furia, los gritos de angustia de un pasado que no
puede ser perdonado, porque siempre elegiste otros brazos, siempre elegiste
otras sonrisas y siempre elegiste otras historias. Tiempo al perdón que pensé
posible, necesito ese tiempo para entender el por qué de tus disfraces y el
desprecio de doce meses de agridulces besos.